Los consumidores llevan estilos de vida más saludables y siempre en movimiento, lo que significa que demandan cada vez más envases de alimentos seguros y convenientes. Pero no están dispuestos a sacrificar la sostenibilidad. Una encuesta reciente de Boston Consulting Group muestra que el 74 % de los consumidores indicaron que pagarían más por envases sostenibles[1].
La misma encuesta indicó que casi la mitad de los consumidores evitan los envases que podrían dañar el medio ambiente, y el 68 % de esos consumidores asocian el plástico con la contaminación del océano. El plástico se usa a menudo en el envasado de alimentos, ya que tiene atributos que lo hacen bueno para proteger los alimentos. Pero el plástico se basa principalmente en petróleo, y el petróleo es responsable de un tercio de las emisiones globales de carbono[1].
Las emisiones globales de los envases son actualmente mayores que las de la aviación o el transporte marítimo[3] y es probable que esta contribución aumente. Si la producción de plástico continúa creciendo al ritmo actual, sus emisiones anuales de CO2 podrían alcanzar 1340 millones de toneladas para 2030[4].
Como alternativa al plástico, los envases de aluminio pueden parecer una alternativa menos dañina porque tienen mayores tasas de reutilización. Pero, al igual que el plástico, tiene un alto impacto ambiental al comienzo de su vida. Según la consultora sin fines de lucro con sede en el Reino Unido Carbon Trust, la producción de latas de aluminio primario representa aproximadamente el doble de los gases de efecto invernadero que las botellas de plástico[5].
Es claro que necesitamos repensar el envasado de alimentos desde cero. El reciclaje puede ayudar a reducir el impacto medioambiental de los envases, pero el reciclaje por sí solo no puede eliminar este impacto.
El cartón fabricado con fibras de madera y el plástico fabricado con caña de azúcar procede de materiales renovables de origen vegetal en lugar de recursos fósiles o finitos. Al aumentar su uso, podemos minimizar la necesidad de materiales basados en fósiles. Los materiales renovables de origen vegetal también son mejores para el clima. A medida que las plantas crecen, absorben CO2 de la atmósfera. Por el contrario, los materiales fósiles liberan CO2 que se almacenó en el suelo durante millones de años.
Cuando se obtienen de manera responsable, los materiales renovables a base de plantas pueden proteger la biodiversidad y nuestros ecosistemas naturales, incluidas todas las plantas, los animales y las personas que sustentan. Al trabajar con proveedores, ONG y clientes, las empresas de envasado pueden promover la administración responsable y sostenible de los materiales. Combinado con el reciclaje, este movimiento hacia materias primas renovables y de origen responsable puede ayudarnos a lograr la economía circular baja en carbono que nuestro planeta necesita con tanta urgencia.
[1] Environmentalleader.com, New Report Finds Overwhelming Majority of Consumers Are Willing to Pay More for Sustainable Packaging
[2] Clientearth.com, Fossil Fuels and Climate Change: The Facts
[3] Material Economics, IEA Energy Perspectives, 2017
[4] Ciel.org, Plastics & Climate: The Hidden Costs of a Plastic Planet
[5] Reuters.com, Plastic bottles vs. aluminum cans: who'll win the global water fight?
[6] Nature.com, Future scenarios of global plastic waste generation and disposal
[7] Statista.com, Production of plastics worldwide from 1950 to 2018